miércoles, 4 de abril de 2012

Capítulo 23: David Newman y Danny DeVito (1987-2003)


  • David Newman: 11 de marzo de 1954 (Los Ángeles).
  • Danny DeVito: 17 de noviembre de 1944 (Asbury Park, Nueva Jersey).
Orquestadores habituales: David Newman, Gregory Jamrock & Rebecca R. Liddle.


   Hijo de Alfred Newman, sobrino de Lionel Newman y hermano de Thomas Newman y Randy Newman. Con semejante abolengo familiar parece imposible no acabar dedicando una vida profesional al mundo del séptimo arte y, en particular, al de la composición musical. Hablamos de David Newman, autor de cerca de 100 bandas sonoras entre cine y televisión. Sus primeros años en el mundo del celuloide se centraron en su labor de violinista, llegando a intervenir en las sesiones de grabación de E.T. de John Williams. Su carrera como compositor empezó cuando apenas tenía 30 años gracias a la intermediación de Tim Burton, quien contó con su colaboración (junto a Michael Convertino) para la partitura de su afamado cortometraje Frankenweenie. Desde ese lejano 1984 hasta la actualidad, Newman se ha abierto paso con gran profesionalidad en el intrincado y complejo mundo de la música de cine. Sin embargo, sus inicios fueron un tanto dubitativos, centrándose, en la mayoría de los casos, en producciones de bajo presupuesto orientadas a una audiencia adolescente. Critters, Trans-Gen,los genes de la muerte o Mi diabólico amante (1986-87) constituyen obras iniciáticas que sirvieron de trampolín y campo de pruebas para posteriores proyectos mucho más ambiciosos. 
   Su primera gran oportunidad llegaría en 1987 con Tira a mamá del tren, de la mano del actor, productor, guionista y director Danny DeVito. Conocido principalmente por su faceta de intérprete centrado en la comedia, DeVito tuvo también unos comienzos dentro de la Industria algo balbuceantes, hasta que recibió la llamada en 1974 del actor y productor Michael Douglas (con el que acabaría manteniendo una estrecha amistad) para participar en Alguien voló sobre el nido del cuco; un papel secundario que, no obstante, le posibilitó afianzarse en Hollywood. Su labor como realizador comenzó en la segunda mitad de la década de los 70 con telefilmes y series de televisión como Selling of Vince D'Angelo o Taxi. La mencionada Tira a mamá del tren (Throw momma from the train, 1987) es su primer largometraje para la gran pantalla, a la vez que el inicio de su colaboración con David Newman. Escrita por el especialista en sitcom televisivas Stu Silver (Enredo, Webster), se trata de un ingenioso remake de Extraños en un tren de Alfred Hitchcock, centrado en un adolescente que le pide a su profesor que asesine a su irascible madre, mientras que éste le sugiere a cambio que mate a su exmujer. La música toma como inevitable referencia el estilo de Bernard Herrmann,  evitando el más ampuloso y menos sutil del compuesto originalmente por Dimitri Tiomkin para el filme del maestro inglés. "Utilicé muchas referencias al estilo de Herrmann. DeVito y yo tuvimos algunos encontronazos pero muy pronto adquirimos un buen ritmo". Tira a mamá del tren resulta un reflejo, pese a las alusiones herrmanianas, del posterior estilo de Newman cuya característica principal es el empleo de una instrumentación abiertamente clásica, deudora de una era en la que los compositores académicos, como su padre Alfred Newman, dotaban a las películas de una aureola que hoy en día parece extraviada en el túnel del tiempo. Desde su inicial y travieso 'Main title', el músico californiano despliega toda una serie de motivos que juegan con lo trágico y lo bullicioso, siempre desde una perspectiva lúdica que esconde, en el fondo, un guiño cómplice al espectador, como advirtiéndole de que se encuentra ante una trama ligera y alejada de todo dramatismo.
   Una de las principales virtudes de Danny DeVito como director es su arriesgado estilo visual, en el que da prioridad a los encuadres arriesgados y sofisticados, pero sin descuidar en ningún momento la complejidad de la descripción de los personajes. Esta mirada más allá de lo convencional tiene en La guerra de los Rose (The war of the Roses, 1989) su ejemplo más destacado dentro de su filmografía. Basada en la novela de Warren Adler (Caprichos del destino), adaptada por Michael Leeson (La hora de Bill Cosby, El esmoquin), la película parte del tema principal, las consecuencias de la pérdida del amor, para desarrollar una alocada odisea en la que una pareja, el matrimonio formado por Oliver y Barbara Rose, se ven inmersos en una tortuosa batalla emocional en el momento en el que la esposa solicita el divorcio. El score transita por los zigzagueantes recovecos del argumento a través de una serie de melodías burlescas que se valen de lo paródico y, sobre todo, de la exageración tonal para ridiculizar la trama y, en definitiva, a los atribulados protagonistas. Es una fórmula que ya utilizara en Tira a mamá del tren (reiterada con posterioridad en todas sus bandas sonoras cómicas), muy cercana a la opereta del viejo continente en la que Newman imprime mediante la comicidad de sus notas un aire jocoso, aunque no alegre, pues su principal objetivo es subrayar más lo cercano al tono caricaturesco.
   De los seis filmes que Danny DeVito ha realizado hasta la fecha sólo uno no es una comedia, Hoffa: Un pulso al poder (Hoffa, 1992). Proyecto personal y, sin duda, el más ambicioso, parte de un incisivo guion del prestigioso escritor y director David Mamet (El caso Winslow, Spartan), quien realiza un realista e incómodo retrato del malogrado líder sindical James R. Hoffa (Jack Nicholson), así como de la política y la economía estadounidenses de los años 40, 50 y 60. Según palabras del propio DeVito, extraídas de una conversación telefónica con Newman, "David, esta es una de las grandes: Scope, temas profundos, heroicos, oscuros, apasionados. Además, dedicación, honor, adulación, tragedia, resonancia de una época perdida,.... David respondió: 'Tengo algunas ideas interesantes' ". La aparente complejidad de DeVito en su descripción temática, en contraposición con la engañosa simplicidad en la respuesta de Newman, son, en realidad, la perfecta combinación para la elaboración de una composición musical ambiciosa. El score es fiel reflejo de dichos temas y toma como parte central del mismo un motivo protagonista muy próximo al estilo melodramático de John Williams. De hecho, la orquestación concede especial importancia al metal, perfecto representante del anhelo de poder que impregna toda la trama. Drama y tragedia, grandes temas clásicos, se potencian musicalmente a través de una sucesión melódica cuya pretensión es dibujar la vida de un hombre obsesionado por encontrar la justicia en un mundo codicioso y corrupto.
   Tras Hoffa, DeVito regresó a la comedia con Matilda (1996), adaptación del exitoso libro de Roald Dahl, el aclamado autor de novelas como Charlie y la fábrica de chocolate o Las brujas. La historia se centra en Matilda Wormwood, una niña de gran inteligencia e intuición dotada con singulares poderes telequinéticos, que vive en un entorno familiar que ignora su potencial; con la ayuda de un profesor, conseguirá controlar sus poderes. Para David Newman, Matilda es su partitura favorita porque "me gusta muchísimo la historia y la música fluyó de forma muy natural". Esta espontaneidad es su característica principal, y gracias a ella el score resulta en todo momento de una frescura e ingenio sin igual. Ágil, divertido, elocuente, vibrante, emotivo y, en especial, profundamente expresivo son tan sólo algunos de los calificativos que se le pueden otorgar. Newman va más allá de previsibles connotaciones cómicas y se sumerge en un mundo fantástico en el que no hay lugar para la oscuridad, pese a las pinceladas siniestras centradas en la realidad habitada por unos adultos (sus iletrados padres) que huyen de la luminosidad que desprende la inocencia.
   El mayor fracaso comercial y artístico de Danny DeVito ha sido Smoochy (Death to Smoochy, 2002), pues con un desorbitado presupuesto de cerca de 60 millones de dólares, apenas consiguió recuperar 10. El guion del televisivo Adam Resnick (Saturday Night Live) resulta ramplón y poco original, lleno de situaciones cómicas que juegan torpemente con el absurdo. La historia de un presentador de un programa infantil que es despedido y sustituido por la que será su estrella emergente, un rinoceronte llamado Smoochy (interpretado por un exagerado y desconocido Edward Norton), no despega en casi ningún momento, y solamente subsiste la aportación esforzada de David Newman, con una banda sonora que retoma el estilo burlesco de puntilloso humor negro en el que realiza una dinámica combinación de todo tipo de estilos musicales, potenciada con una atinada y espectacular orquestación, siendo la mayor parte de los temas variaciones sobre canciones originalmente compuestas para los dos personajes principales.

   La última colaboración entre David Newman y Danny DeVito es Duplex (2003), comedia urbana protagonizada por Ben Stiller y Drew Barrymore, de nuevo escrita por un especialista televisivo como Larry Doyle (Los Simpson). En ella una pareja de enamorados encuentra un aparentemente idílico dúplex, pero acaban siendo atormentadas víctimas de una anciana que vive en un piso aledaño. Newman, consciente de las limitaciones a las que le somete DeVito en la sucesión de historias superficiales y triviales, realiza un esfuerzo notable por evitar el encasillamiento, aunque su obra, deudora de la tradición del cine de los 60, se queda en una mera repetición de esquemas melódicos dominados por un jazz metropolitano y una instrumentación que vuelve a conjuntar los patrones del género cómico. Curiosamente, de todas las partituras mencionadas, Duplex es la única que aún no ha sido editada digitalmente.

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