- Georges Delerue: 12 de marzo de 1925 (Roubaix) - 20 de marzo de 1992 (Los Ángeles).
- François Truffaut: 6 de febrero de 1932 (París) - 21 de octubre de 1984 (Neuilly-sur-Seine).
Orquestador habitual: Georges Delerue.
"Mon ami François" (mi amigo François); así llamaba con gran cariño Georges Delerue a su compatriota y camarada de fatigas artísticas François Truffaut. "Truffaut era un hombre excepcional, un ser cálido, de un gran pudor, muy tímido y con una sensibilidad exacerbada, que podía, en ocasiones, sorprender pero lo que expresaba siempre estaba profundamente meditado y sentido". Palabras de un músico inmortal que mantuvo durante cerca de tres décadas una de las relaciones personales y profesionales más honestas y emotivas de la historia del séptimo arte. 1959 fue un año decisivo en sus carreras, para Truffaut por el triunfante estreno de Los 400 golpes, y para Delerue debido a la participación en su primer largometraje importante, Hiroshima, mon amour, dirigido por Alain Resnais y de enorme repercusión internacional. Ambos eran dos jóvenes llenos de entusiasmo que luchaban por abrirse un camino en el arduo mundo del cine europeo. No sería hasta un año después que sus vidas se cruzaran gracias al thriller protagonizado por Charles Aznavour Tirad sobre el pianista (Tirez sur le pianiste, 1960). En él Delerue anuncia el que será su lenguaje musical en la práctica totalidad no sólo de su filmografía con Truffaut, sino de su carrera en general, caracterizado por una inusitada capacidad para describir la felicidad extraviada a través de melodías plenas de tristeza, melancolía y dolor. En Tirad sobre el pianista, además, la música se funde con la propia historia de un pianista fugitivo de sí mismo en la que un jazz de tenues sonoridades parece diluirse entre unos personajes víctimas de una realidad escurridiza.
"Cuando llegué a los Estados Unidos me sorprendió comprobar que era un compositor muy conocido gracias a los filmes de François Truffaut. Todo el mundo había visto Tirad sobre el pianista y Jules y Jim". Esta cita de Delerue muestra no sólo el posterior reconocimiento de Hollywood, donde llegaría a triunfar e incluso a ganar un Oscar con Un pequeño romance en 1980, sino la trascendencia de sus dos primeras colaboraciones con el realizador parisino. La segunda, Jules y Jim (Jules et Jim, 1961), es hoy en día un clásico de la nouvelle vague francesa, movimiento que revolucionó el concepto del cine a finales de los 50 y principios de los 60, y del que Delerue fue un claro representante. La partitura, delicada como un vals vienés de sobremesa, evoca lo naturalista y cotidiano sin sobresaltos temáticos, de manera acompasada y siempre desde un plácido lirismo que seduce por su belleza.
En 1962 el productor Pierre Roustang reunió a cinco jóvenes directores (Shintarô Ishihara, Marcel Ophüls, Renzo Rossellini, Andrzej Wajda y François Truffaut) para su película estructurada en otros tantos episodios El amor a los veinte años (L'amour à vingt ans, 1962), cuyo explícito título ya muestra sus cartas temáticas. El dirigido por Truffaut, Antoine y Colette, fue protagonizado por su actor fetiche durante toda su vida, el gran Jean-Pierre Léaud, y en él la música de Delerue toma la forma de vals vitalista y hasta cierto punto risueño, omnipresente en múltiples variaciones, en otra de sus manifestaciones estilísticas que marcarán su carrera.
Con el siguiente proyecto, La piel suave (La peau douce, 1964), Truffaut incide, como lo hará de manera constante en los siguientes años, en su obsesión con las relaciones amorosas; en esta ocasión La piel suave es un agridulce y finalmente trágico retrato de la infidelidad, en el que la música de Georges Delerue juega un crucial papel a la hora de esbozar con gran honestidad los sentimientos contradictorios del amor.
Según confiesa el compositor galo en el magnífico libro de entrevistas de Joan Padrol Pentagramas de película (Ediciones Nuer-1998), "(...) después de terminar La peau douce François me envió el guion de Fahrenheit 451; me dijo que quería hacer una película sobre el libro de Ray Bradbury y que me quería a mí. Hablamos mucho del proyecto. Cuando me encontraba en Londres donde trabajaba para el film de Jack Clayton Siempre estoy sola, Truffaut estaba allí rodando la película. Estaba un poco inquieto porque tenía mucho trabajo en perspectiva y no tenía noticias de Fahrenheit. Le escribí diciéndole que no quería obligarle pero quería saber si me necesitaba o no. Me escribió una carta en la que se le notaba incómodo, pero muy correcta y amable, en la que me decía que desde hacía mucho tiempo tenía ganas de trabajar con el músico de Alfred Hitchcock, y como se lo había encontrado en Londres quería pedirle la música a Bernard Herrmann, pidiéndome excusas. Le contesté en seguida diciéndole que lo comprendía muy bien. De hecho, el que hubiera dos o tres películas con un director no quiere decir que estuviera siempre obligado a trabajar con él". En 1966 Truffaut colaboró con Herrmann en Fahrenheit 451, y también un año después en su thriller La novia vestía de negro. No sería hasta 1971, con Las dos inglesas y el amor (Les deux anglaises et le continent, 1971), que ambos cineastas retomaran su senda de colaboración. No obstante, entre medias, aparte de las mencionadas dos bandas sonoras de Herrmann, Truffaut dirigió La sirena del Misisipi (1969) y Domicilio conyugal (1970), las dos con scores de Antoine Duhamel. Leas dos inglesas y el amor supone un cambio de registro para Truffaut, que deja atrás sus sentimientos renovadores propios de la nouvelle vague para centrarse en una realización más académica. La película retoma, sin embargo, el tema de las desventuras provocadas por el amor a tres bandas, en esta ocasión ambientando la acción a principios del siglo XX. En cuanto al score, fue uno de los más complejos de adaptar a la historia, pues, como explica el montador del filme Yann Dedet, "la edición era muy delicada a causa de las diferentes voces: narrador, voz in, voz off,....". Delerue se decantó por dar prioridad al poder evocador de los instrumentos de cuerda y, en especial, a un piano cuya profunda aflicción acerca al espectador a las vicisitudes de los personajes con sublime poder de convicción.
Al año siguiente Truffaut rodará Una chica tan decente como yo (Une belle fille comme moi, 1972), una comedia con toques sinuosos del thriller que fue rodada con cierta celeridad y que no destaca entre lo más granado de su carrera. Sobre la música, el director francés afirmó que "había pedido a Georges Delerue una música igual que en los filmes de Hitchcock, una música de refuerzo que dijese '¡Cuidado! Hay que ir rápido aquí, rápido allá. ¡Cuidado! ¿Qué va a suceder allí?' Era una música muy utilitaria y Delerue tuvo muchas dificultades a la hora de escribirla porque no era su estilo natural. Sin embargo, hizo una gran obra muy bien acabada". Es obvio que Delerue no es Herrmann, pese a que compuso en más de una ocasión scores de temática negra, y con Una chica tan decente como yo logró distanciarse del modelo preferido por el realizador, pero en una lejanía que mostraba un sincero homenaje al maestro neoyorquino.
François Truffaut fue nominado en tres ocasiones al Oscar, en concreto por Les quatre cents coups (guion) y La nuit américaine (guion y dirección). No obstante, La noche americana (La nuit américaine, 1972) recibió la estatuilla a la mejor película extranjera y, aunque fue otorgada a su productor, Marcel Berbert, en el fondo es un galardón que rinde tributo a Truffaut. La noche americana es también un emotivo homenaje a todos los cineastas que han inspirado al director parisino, tales como Buñuel, Hitchcock, Bergman, Lubitsch, Rossellini o Godard; incluso el propio Truffaut interviene como actor, interpretando a su álter ego Ferrand. En una escena concreta, recibe la llamada del compositor de la película que está rodando, Je vous présente Pamela, siendo curiosamente el propio Delerue quien se encuentra al otro lado del hilo telefónico. El tema principal de la partitura, 'Grand Choral', era una obra original para trompetas y cuerdas, y de su elaboración Delerue dijo: "Mi problema era el tema central. François nos había mostrado la magia del cine con gran sentimiento, y yo adivinaba su gran amor por este arte. Era necesario un tema principal realmente importante. De repente, me llegó la idea; lo grandioso, lo intemporal, el estilo del 'Grand Choral'. Como lo habría hecho Bach a la gloria de Dios, en esta ocasión tenía que componer a la gloria del séptimo arte. (...) La noche americana es quizás la película de François que más me gusta.". El score es un modelo de creación basada en las variaciones sobre un tema protagonista, muy hábilmente utilizado en el montaje final de la película.
En una carta dirigida por Truffaut a Delerue el 19 de diciembre de 1974, le decía, tratándole con enorme respeto de usted: "Mi querido Georges. Estoy traicionándole, pero como es con Maurice Jaubert, no es exactamente adulterio sino necrofilia. Estoy seguro de que este fin de año estará dedicado por completo a su ópera. Créame cuando le digo que les deseo a usted y a su esposa el mayor de los éxitos en esta gran empresa". Ciertamente, el "matrimonio" con el compositor Maurice Jaubert, fallecido en un hospital a principios de la Segunda Guerra Mundial, durará hasta 1978, cuatro años en los que Truffaut dirigirá La historia de Adèle H. (1975), La piel dura (1976), El amante del amor (1977) y La habitación verde (1978). Como decía Delerue: "Tengo mi propio punto de vista en relación a este tema. Cuando escribí la música de La peau douce me habló de Maurice Jaubert, sintiendo que ya no pudiese componer más música para el cine. Deseaba rehabilitarla. Creo que la colaboración entre Jaubert y el director Jean Vigo jugaba un gran papel en ello. Es el lado cinéfilo de François. Y además Jaubert era un compositor sorprendente; François era un apasionado de la música de cine". Esta gran influencia llevó a Truffaut a saciar su deseo de recuperar el arte de Jaubert en las cuatro películas mencionadas con anterioridad, para las que contó con la inestimable labor en la adaptación y supervisión musical de François Porcile.
Es con El amor en fuga (L'amour en fuite, 1979) que comience la tercera y última etapa en la colaboración entre Delerue y Truffaut. La banda sonora le supondrá al músico francés su segundo premio César tras ¿Quiere ser el amante de mi mujer? (1978), y al que seguiría un año después El último metro. Resulta una etapa en la vida de Delerue en la que su lenguaje está completamente depurado y centrado en las creaciones de profunda melancolía; para describirla emplea una instrumentación sobria cuyos principales solistas suelen ser el piano y la flauta, perfectos acompañantes en un viaje musical siempre sugerente.
Otra carta de Truffaut escrita a Delerue, en esta ocasión el 23 de abril de 1980, muestra su interés por la participación del compositor en su próxima producción, El último metro (Le dernier métro, 1980): "Quiero proponerle hoy que escriba la música para El último metro. Inicialmente no pensaba utilizar más que canciones de la época de la Ocupación, y varias entrarán en la película (...). A medida que avanzamos me doy cuenta de que es necesaria una verdadera música original, a causa de los espacios muertos, de una cierta tensión dramática, de una ambientación bastante misteriosa y de una doble historia de amor". Así la historia de un grupo de teatro que intenta sacar adelante una obra en plena ocupación alemana de París, es dibujada por una música de tonos apagados, lóbrega en más de un pasaje pero con un final en forma de tradicional vals cuya delicadeza revela un contenido optimismo. "Mi querido Georges, la película ha concluido; la música es extraordinaria. Ella refuerza lo novelesco, añade misterio (...)". Palabras de Truffaut que reflejan su gran admiración por el arte de Delerue.
En 1981 Truffaut realiza su penúltima película, La mujer de al lado (La femme d'à côté, 1981), protagonizada por su esposa, Fanny Ardant y repitiendo con Gérard Depardieu como protagonista masculino. Una nuevo melodrama romántico en el que Delerue regresa a su estilo elegante y distinguido, de motivos lúcidos cuya belleza seduce desde sus primeros compases.
Finalmente, será Vivamente el domingo (Vivemente le dimanche, 1983) el testamento cinematográfico de François Truffaut. Un filme rodado en blanco y negro y que, por desgracia, fue recibido tibiamente por crítica y público. Según confesaba Delerue, "era necesaria una música puntillosa que subrayase cada movimiento de los actores", y ello debido a la obsesión, una vez más, de Truffaut por acercarse al complejo universo de Alfred Hitchcock. Un año después, en concreto el 20 de octubre de 1984, Truffaut nos decía adiós. "Perdí a alguien al que amaba profundamente, alguien que me enseñó muchas cosas. El día de su muerte muchos norteamericanos, algunos desconocidos, me llamaron para expresarme sus condolencias. No consigo hacerme a la idea de que ya nunca más volveré a encontrarme con él en una sala de montaje, que nunca oiré aquella frase que me decía en cada nueva película: Ahora es el recreo; hablemos de música". Hermosísima declaración de amor, de amistad, de profunda fidelidad en definitiva.
"Cuando llegué a los Estados Unidos me sorprendió comprobar que era un compositor muy conocido gracias a los filmes de François Truffaut. Todo el mundo había visto Tirad sobre el pianista y Jules y Jim". Esta cita de Delerue muestra no sólo el posterior reconocimiento de Hollywood, donde llegaría a triunfar e incluso a ganar un Oscar con Un pequeño romance en 1980, sino la trascendencia de sus dos primeras colaboraciones con el realizador parisino. La segunda, Jules y Jim (Jules et Jim, 1961), es hoy en día un clásico de la nouvelle vague francesa, movimiento que revolucionó el concepto del cine a finales de los 50 y principios de los 60, y del que Delerue fue un claro representante. La partitura, delicada como un vals vienés de sobremesa, evoca lo naturalista y cotidiano sin sobresaltos temáticos, de manera acompasada y siempre desde un plácido lirismo que seduce por su belleza.
En 1962 el productor Pierre Roustang reunió a cinco jóvenes directores (Shintarô Ishihara, Marcel Ophüls, Renzo Rossellini, Andrzej Wajda y François Truffaut) para su película estructurada en otros tantos episodios El amor a los veinte años (L'amour à vingt ans, 1962), cuyo explícito título ya muestra sus cartas temáticas. El dirigido por Truffaut, Antoine y Colette, fue protagonizado por su actor fetiche durante toda su vida, el gran Jean-Pierre Léaud, y en él la música de Delerue toma la forma de vals vitalista y hasta cierto punto risueño, omnipresente en múltiples variaciones, en otra de sus manifestaciones estilísticas que marcarán su carrera.
Con el siguiente proyecto, La piel suave (La peau douce, 1964), Truffaut incide, como lo hará de manera constante en los siguientes años, en su obsesión con las relaciones amorosas; en esta ocasión La piel suave es un agridulce y finalmente trágico retrato de la infidelidad, en el que la música de Georges Delerue juega un crucial papel a la hora de esbozar con gran honestidad los sentimientos contradictorios del amor.
Según confiesa el compositor galo en el magnífico libro de entrevistas de Joan Padrol Pentagramas de película (Ediciones Nuer-1998), "(...) después de terminar La peau douce François me envió el guion de Fahrenheit 451; me dijo que quería hacer una película sobre el libro de Ray Bradbury y que me quería a mí. Hablamos mucho del proyecto. Cuando me encontraba en Londres donde trabajaba para el film de Jack Clayton Siempre estoy sola, Truffaut estaba allí rodando la película. Estaba un poco inquieto porque tenía mucho trabajo en perspectiva y no tenía noticias de Fahrenheit. Le escribí diciéndole que no quería obligarle pero quería saber si me necesitaba o no. Me escribió una carta en la que se le notaba incómodo, pero muy correcta y amable, en la que me decía que desde hacía mucho tiempo tenía ganas de trabajar con el músico de Alfred Hitchcock, y como se lo había encontrado en Londres quería pedirle la música a Bernard Herrmann, pidiéndome excusas. Le contesté en seguida diciéndole que lo comprendía muy bien. De hecho, el que hubiera dos o tres películas con un director no quiere decir que estuviera siempre obligado a trabajar con él". En 1966 Truffaut colaboró con Herrmann en Fahrenheit 451, y también un año después en su thriller La novia vestía de negro. No sería hasta 1971, con Las dos inglesas y el amor (Les deux anglaises et le continent, 1971), que ambos cineastas retomaran su senda de colaboración. No obstante, entre medias, aparte de las mencionadas dos bandas sonoras de Herrmann, Truffaut dirigió La sirena del Misisipi (1969) y Domicilio conyugal (1970), las dos con scores de Antoine Duhamel. Leas dos inglesas y el amor supone un cambio de registro para Truffaut, que deja atrás sus sentimientos renovadores propios de la nouvelle vague para centrarse en una realización más académica. La película retoma, sin embargo, el tema de las desventuras provocadas por el amor a tres bandas, en esta ocasión ambientando la acción a principios del siglo XX. En cuanto al score, fue uno de los más complejos de adaptar a la historia, pues, como explica el montador del filme Yann Dedet, "la edición era muy delicada a causa de las diferentes voces: narrador, voz in, voz off,....". Delerue se decantó por dar prioridad al poder evocador de los instrumentos de cuerda y, en especial, a un piano cuya profunda aflicción acerca al espectador a las vicisitudes de los personajes con sublime poder de convicción.
Al año siguiente Truffaut rodará Una chica tan decente como yo (Une belle fille comme moi, 1972), una comedia con toques sinuosos del thriller que fue rodada con cierta celeridad y que no destaca entre lo más granado de su carrera. Sobre la música, el director francés afirmó que "había pedido a Georges Delerue una música igual que en los filmes de Hitchcock, una música de refuerzo que dijese '¡Cuidado! Hay que ir rápido aquí, rápido allá. ¡Cuidado! ¿Qué va a suceder allí?' Era una música muy utilitaria y Delerue tuvo muchas dificultades a la hora de escribirla porque no era su estilo natural. Sin embargo, hizo una gran obra muy bien acabada". Es obvio que Delerue no es Herrmann, pese a que compuso en más de una ocasión scores de temática negra, y con Una chica tan decente como yo logró distanciarse del modelo preferido por el realizador, pero en una lejanía que mostraba un sincero homenaje al maestro neoyorquino.
François Truffaut fue nominado en tres ocasiones al Oscar, en concreto por Les quatre cents coups (guion) y La nuit américaine (guion y dirección). No obstante, La noche americana (La nuit américaine, 1972) recibió la estatuilla a la mejor película extranjera y, aunque fue otorgada a su productor, Marcel Berbert, en el fondo es un galardón que rinde tributo a Truffaut. La noche americana es también un emotivo homenaje a todos los cineastas que han inspirado al director parisino, tales como Buñuel, Hitchcock, Bergman, Lubitsch, Rossellini o Godard; incluso el propio Truffaut interviene como actor, interpretando a su álter ego Ferrand. En una escena concreta, recibe la llamada del compositor de la película que está rodando, Je vous présente Pamela, siendo curiosamente el propio Delerue quien se encuentra al otro lado del hilo telefónico. El tema principal de la partitura, 'Grand Choral', era una obra original para trompetas y cuerdas, y de su elaboración Delerue dijo: "Mi problema era el tema central. François nos había mostrado la magia del cine con gran sentimiento, y yo adivinaba su gran amor por este arte. Era necesario un tema principal realmente importante. De repente, me llegó la idea; lo grandioso, lo intemporal, el estilo del 'Grand Choral'. Como lo habría hecho Bach a la gloria de Dios, en esta ocasión tenía que componer a la gloria del séptimo arte. (...) La noche americana es quizás la película de François que más me gusta.". El score es un modelo de creación basada en las variaciones sobre un tema protagonista, muy hábilmente utilizado en el montaje final de la película.
En una carta dirigida por Truffaut a Delerue el 19 de diciembre de 1974, le decía, tratándole con enorme respeto de usted: "Mi querido Georges. Estoy traicionándole, pero como es con Maurice Jaubert, no es exactamente adulterio sino necrofilia. Estoy seguro de que este fin de año estará dedicado por completo a su ópera. Créame cuando le digo que les deseo a usted y a su esposa el mayor de los éxitos en esta gran empresa". Ciertamente, el "matrimonio" con el compositor Maurice Jaubert, fallecido en un hospital a principios de la Segunda Guerra Mundial, durará hasta 1978, cuatro años en los que Truffaut dirigirá La historia de Adèle H. (1975), La piel dura (1976), El amante del amor (1977) y La habitación verde (1978). Como decía Delerue: "Tengo mi propio punto de vista en relación a este tema. Cuando escribí la música de La peau douce me habló de Maurice Jaubert, sintiendo que ya no pudiese componer más música para el cine. Deseaba rehabilitarla. Creo que la colaboración entre Jaubert y el director Jean Vigo jugaba un gran papel en ello. Es el lado cinéfilo de François. Y además Jaubert era un compositor sorprendente; François era un apasionado de la música de cine". Esta gran influencia llevó a Truffaut a saciar su deseo de recuperar el arte de Jaubert en las cuatro películas mencionadas con anterioridad, para las que contó con la inestimable labor en la adaptación y supervisión musical de François Porcile.
Es con El amor en fuga (L'amour en fuite, 1979) que comience la tercera y última etapa en la colaboración entre Delerue y Truffaut. La banda sonora le supondrá al músico francés su segundo premio César tras ¿Quiere ser el amante de mi mujer? (1978), y al que seguiría un año después El último metro. Resulta una etapa en la vida de Delerue en la que su lenguaje está completamente depurado y centrado en las creaciones de profunda melancolía; para describirla emplea una instrumentación sobria cuyos principales solistas suelen ser el piano y la flauta, perfectos acompañantes en un viaje musical siempre sugerente.
Otra carta de Truffaut escrita a Delerue, en esta ocasión el 23 de abril de 1980, muestra su interés por la participación del compositor en su próxima producción, El último metro (Le dernier métro, 1980): "Quiero proponerle hoy que escriba la música para El último metro. Inicialmente no pensaba utilizar más que canciones de la época de la Ocupación, y varias entrarán en la película (...). A medida que avanzamos me doy cuenta de que es necesaria una verdadera música original, a causa de los espacios muertos, de una cierta tensión dramática, de una ambientación bastante misteriosa y de una doble historia de amor". Así la historia de un grupo de teatro que intenta sacar adelante una obra en plena ocupación alemana de París, es dibujada por una música de tonos apagados, lóbrega en más de un pasaje pero con un final en forma de tradicional vals cuya delicadeza revela un contenido optimismo. "Mi querido Georges, la película ha concluido; la música es extraordinaria. Ella refuerza lo novelesco, añade misterio (...)". Palabras de Truffaut que reflejan su gran admiración por el arte de Delerue.
En 1981 Truffaut realiza su penúltima película, La mujer de al lado (La femme d'à côté, 1981), protagonizada por su esposa, Fanny Ardant y repitiendo con Gérard Depardieu como protagonista masculino. Una nuevo melodrama romántico en el que Delerue regresa a su estilo elegante y distinguido, de motivos lúcidos cuya belleza seduce desde sus primeros compases.
Finalmente, será Vivamente el domingo (Vivemente le dimanche, 1983) el testamento cinematográfico de François Truffaut. Un filme rodado en blanco y negro y que, por desgracia, fue recibido tibiamente por crítica y público. Según confesaba Delerue, "era necesaria una música puntillosa que subrayase cada movimiento de los actores", y ello debido a la obsesión, una vez más, de Truffaut por acercarse al complejo universo de Alfred Hitchcock. Un año después, en concreto el 20 de octubre de 1984, Truffaut nos decía adiós. "Perdí a alguien al que amaba profundamente, alguien que me enseñó muchas cosas. El día de su muerte muchos norteamericanos, algunos desconocidos, me llamaron para expresarme sus condolencias. No consigo hacerme a la idea de que ya nunca más volveré a encontrarme con él en una sala de montaje, que nunca oiré aquella frase que me decía en cada nueva película: Ahora es el recreo; hablemos de música". Hermosísima declaración de amor, de amistad, de profunda fidelidad en definitiva.