sábado, 24 de diciembre de 2011

Capítulo 7: Henry Mancini y Blake Edwards (1958-1993)

  • Henry Mancini: 16 de abril de 1924 (Cleveland) - 14 de junio de 1994 (Los Ángeles).
  • Blake Edwards: 26 de julio de 1922 (Tulsa, Oklahoma) - 15 de diciembre de 2010 (Santa Mónica, California).
Orquestador habitual: Henry Mancini.

 
   La música de cine no sería lo mismo sin la presencia de Henry Mancini, y la comedia tampoco sin el savoir faire inimitable de Blake Edwards. Un tándem que duró cinco décadas y que nos ha legado algunos de los momentos cinematográficos más emblemáticos de todos los tiempos. Todo empezó en 1958, cuando el director nacido en Oklahoma se encontraba en plena preproducción de la serie de televisión Peter Gunn. Asombrado por el innovador trabajo de Mancini para el thriller de Orson Welles Sed de mal (Touch of evil, 1958), contactó con él  y le propuso la composición de no sólo el tema principal, sino también de la música incidental. "Mi vida está llena de casualidades y en estos momentos me aventuro con un show televisivo que se llamará Peter Gunn. Te mandaré el guion". Mancini en un principio pensó que las palabras de Edwards hacían referencia a un western; sin embargo, y tras recibir el script y percatarse del error, le dijo a Edwards: "¿Puedo componer un score de jazz?", a lo que éste le contestó: "Puedes hacer lo que quieras; además, me encanta el jazz". Poco después le envió el borrador del tema principal, que acabó convirtiéndose en un éxito inmediato con más de un millón de discos vendidos (y uno de los más célebres de la inagotable carrera del músico norteamericano). Con Peter Gunn anuncia, casi sin tapujos, el que será sello personal durante toda su trayectoria en Hollywood: un swing caracterizado por los tiempos medios y rápidos, y, sobre todo, por la reiteración de frases melódicas que rememoran el sonido big band de los años 40 (de hecho, Mancini trabajó como arreglista en las prestigiosas orquestas de Tex Beneke y Glenn Miller). Desde 1958 hasta 1961 escribió la música de 114 episodios de la serie (diez dirigidos por el propio Edwards), cometido que le serviría de perfecto cimiento para la consolidación de su personalidad como autor.
   Motivado por la acogida de Peter Gunn, Blake Edwards se aventuró en 1959 con una nueva serie, en esta ocasión de corte más ligero: el melodrama centrado en el mundo del juego Mr. Lucky. En esta ocasión sólo coincidieron en el episodio Stacked Deck, escrito por Edwards y dirigido por Jack Arnold (El increíble hombre menguante). La música insiste en la línea marcada por la serie anterior, acentuando aún más si cabe las tonalidades jazzísticas.



   Uno de los mayores éxitos de taquilla de Blake Edwards fue la producción de 1960 Operación Pacífico (Operation Petticoat), en la que dos insuperables en su vis cómica Cary Grant y Tony Curtis se ven envueltos en una alocada aventura con un submarino rosa como singular protagonista de la función. El score fue compuesto por el televisivo David Rose (La casa de la pradera), aunque Mancini escribió parte de la música incidental, labor que no fue acreditada en su momento. Sin embargo, con la comedia musical interpretada por Bing Crosby y Richard Beymer High time (1960) se produce el inevitable primer encuentro para la gran pantalla. La banda sonora ofrece una serie de temas de reconocido refinamiento y, sobre todo, inusitada originalidad melódica, destacando, entre otros, 'The old college try cha-cha' y 'The nutty professor'. High time es un score primordial en la carrera de Mancini porque en él afirma definitivamente su línea temática posterior, a base de motivos que combinan estilos como el jazz, el rhythm & blues, el pop, la salsa, el cha-cha-cha, el calypso o el soul.
   En todo artista suele existir un antes y un después. Ese mágico momento tuvo lugar para ambos cineastas a finales de 1961 con el estreno de la comedia romántica Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany's, 1961). Con ella Mancini ganó dos de sus cuatro premios de la Academia (los otros serían por Días de vino y rosas (Days of wine and roses) un año después y Victor o Victoria en 1983). Pese a las deficiencias de la película, centradas en un romanticismo quizás en exceso aterciopelado, Desayuno con diamantes ha pasado a los anales por la canción Moon river (con letra de Johnny Mercer), auténtico icono de los años 60. Pero la banda sonora no se ciñe en exclusiva al carisma de un único tema, sino que también reposa en la solvencia de una serie de melodías a cual más ingeniosa y lúcida; 'Holly', 'Latin golightly', 'Moon river cha-cha' o 'Breakfast at Tiffany's' conforman un score que huye de la contención para centrarse en los ritmos enérgicamente traviesos (en el fondo, perfectos acompañantes del devenir del alocado personaje interpretado por Audrey Hepburn).



   Chantaje a una mujer (Experiment in terror, 1962) demuestra el talento de Blake Edwards en adaptarse a todo tipo de historias alejadas del tópico tradicional que lo ha vinculado a la comedia casi en exclusiva. En el filme una mujer que trabaja en un banco (Lee Remick) es acosada por un enigmático ladrón (Glenn Ford), quien la amenaza con asesinar a su joven hermana si no colabora en el robo. Mancini recupera sus experiencias dentro de las producciones de serie B de principios de los años 50 en la Universal en compañía de Joseph Gershenson, Herman Stein y Hans J. Salter, entre otros. La partitura se adentra pues, en esta ocasión, en lo incidental de manera más intuitiva, reflejada en cortes como 'Teen-age hostage' o 'Final out at Candlestick Park', pero sin dejar de lado lo meramente ligero ('Kelly's tune',  'Tooty twist'), cuyo carácter diegético no excluye una función argumental.



    El siguiente proyecto, producido el mismo año, vuelve a ser un drama, pero en esta ocasión con un marcado componente trágico: Días de vino y rosas (Days of wine and roses, 1962). La actriz Lee Remick repite con Edwards e interpreta, junto a un sublime Jack Lemmon, a una alcohólica sumida en el caos y la desesperación que provoca su adicción. El score se apoya en la candidez y serenidad de su sobresaliente tema principal (Oscar a la mejor canción), que recobra el espíritu de Moon river y aporta una visión atenuada de la cruda realidad descrita en el filme.
   
   Después de dos producciones melodramáticas, Edwards regresa al terreno con el que se siente más cómodo, la comedia. La Pantera Rosa (The Pink Panther, 1963) se convierte, desde el momento mismo de su estreno, en un éxito sin precedentes, y buena parte del mismo es debida al popular e inmortal tema central de Henry Mancini. 'The Pink Panther theme' puede ser considerado como uno de los leitmotiv más reconocidos de la historia del cine, y su inteligente sentido de lo cómico, particularizado en un saxo juguetón, resaltó aún más el tono burlesco de la cinta. El resto de la partitura es un auténtico festín de melodías memorables; 'It had better be tonight', 'Royal Blue', 'Cortina' o 'Shades of Sennett' combinan elegancia y vitalidad, conformando un conjunto temático que se manifiesta como seña de identidad de toda una década.

   Como no podía ser de otra manera, y casi anticipando la obsesión actual de los productores de Hollywood con las secuelas incesantes, La Pantera Rosa tuvo una serie interminable de continuaciones, la primera de las cuales (siete con Edwards como director) fue el spin-off El nuevo caso del inspector Clouseau (A shot in the dark, 1964). El actor británico Peter Sellers retoma su papel de policía más allá del despiste en una historia que repite los cánones argumentales y potencia lo anárquico. La banda sonora se recrea en la idiosincrasia de Clouseau enfatizando el tono general de comedia alocada, pero siempre desde una perspectiva dulcificada. Canciones tersas y motivos de graciosa simplicidad tonal configuran un score que sólo conoce una palabra: elegancia. Dicha característica se reitera en todas las demás películas de la saga: The return of the Pink Panther (El regreso de la Pantera Rosa, 1975), The Pink Panther strikes again (La Pantera Rosa ataca de nuevo, 1976), Revenge of the Pink Panther (La venganza de la Pantera Rosa ,1978), Trail of the Pink Panther (Tras la pista de la Pantera Rosa ,1982), A curse of the Pink Panther (La maldición de la Pantera Rosa, 1983) y Son of the Pink Panther (El hijo de la Pantera Rosa, 1993).
  La carrera del siglo (The great race, 1965) recupera la esencia del Mancini incidental en perfecta conjunción con el Mancini melodista. El aroma de los valses y las polcas vienesas ('The royal waltz', 'Pie-in-the-face polka') resalta la esencia aventurera de una película que recupera la pasión por el cine cómico de la era muda, fortalecido por motivos intensamente enfáticos. Como curiosidad reseñar que una vez más la Academia nominó una canción del dúo Mancini-Mercer, en este caso 'The sweeheart tree'.
   En 1966 Edwards retorna a la comedia de ambientación bélica con ¿Qué hiciste en la guerra, papi? (What did you do in war, daddy?). La música se decanta por una línea melódica de marcada influencia tradicional italiana, pero desde el tópico más evidente, lo cual no hace sino destacar la melancolía y la paradójica ligereza de la historia. Temas como 'Fiesta', 'Buon giorno' o 'Tarantella mozzarella' reflejan en sus propios títulos el espíritu burlón de una obra que huye de lo grave en todo momento.



   Tras cinco años seguidos de comedias, Edwards regresa en 1967 a otro de sus géneros predilectos, el thriller, y en esta ocasión adaptando a la gran pantalla su serie de finales de los 50 Peter Gunn. Gunn supone una revisión de las pautas melódicas del original, plasmada a través de un swing más próximo en esta ocasión al free jazz que a la gran orquesta de big band.
   Pero Blake es Blake, o lo que es igual, si se puede hacer una comedia por qué no hacerla. Eso debía estar pensando el director estadounidense cuando decidió volver al ring en otro combate pugilístico-artístico con el inimitable Peter Sellers en El guateque (The party, 1968). Su relación nunca fue como la seda. Tampoco era necesario, pues ambos se conocían lo suficiente y eran conscientes de que juntos, y, obviamente, con un buen guion a las espaldas, podían tocar el cielo del género más complejo del séptimo arte. Por su parte, Mancini a lo suyo, es decir, a componer melodía tras melodía, a seducir sin freno y a resaltar con su magia el componente irónico de una historia cuyo protagonista parece el álter ego de Jacques Clouseau, pero potenciado aún más. Sí, lo imposible hecho realidad.
   La temática militar, aderezada del oportuno toque sentimental, se refleja dos años después en Darling Lili (1970). El score es brillante, apasionado y cautivador, y supone un intento por parte de Mancini de dotar al musical de un toque alejado de la comedia y centrado en el melodrama. Su canción 'Whistling away the dark', una de las menos conocidas pero quizás de las más elaboradas rítmicamente, fue nominada al Oscar, y en ella la voz de Julie Andrews (esposa en la vida real de Blake Edwards) dota a la melodía de una luminosidad tímbrica realmente conmovedora.
   En el siguiente lustro los caminos de ambos artistas siguieron rumbos separados. Así, Edwards dirigió Dos hombres contra el oeste (Wild rovers, (Jerry Goldsmith), The Carey Treatment (Roy Budd) y Diagnóstico:asesinato (The tamarind seed, John Barry), y Mancini escribió la música de, entre otras, Casta invencible (Sometimes a great notion, Paul Newman), El ladrón que vino a cenar (The thief who came to dinner, Bud Yorkin) o El carnaval de las águilas (The great Waldo Pepper, George Roy Hill). Pero en 1975 Clouseau volvió a servirles de excusa para un reencuentro gracias a El regreso de la Pantera Rosa (The return of the Pink Panther), a la que seguirían dos secuelas más en los siguientes tres años que, en el fondo, no aportarían nada nuevo a sus filmografías.



   Pero en 1979 un nuevo éxito de taquilla, 10, la mujer perfecta (10), otorgaría a Henry Mancini dos nuevas nominaciones al Oscar, en este caso al mejor score y a la mejor canción ('It's easy to say'). La historia de George Webber, un cuarentón, interpretado por un histriónico Dudley Moore, en plena de crisis de indentidad, fue subrayada musicalmente evitando los motivos cómicos. Mancini era consciente de que tenía en sus manos un argumento que encerraba tonalidades más melancólicas que socarronas, tan típicas, en este último caso, de obras anteriores.
   El cine dentro del cine fue el tema de la siguiente película de Edwards, S.O.B. Sois honrados bandidos (s.O.B., 1981). Por desgracia, ha pasado a la historia por ser uno de los pocos trabajos de Mancini sin publicación discográfica oficial, además de por incluir el único desnudo de Julie Andrews. Sin embargo, al año siguiente, en 1982, las luces resplandecieron de nuevo en forma de notoriedad crítica internacional gracias a ¿Victor o Victoria? (Victor Victoria). En ella Victoria Grant (Julie Andrews) es una soprano de ópera en paro que consigue triunfar haciéndose pasar por un cantante travestido. La película fue nominada a siete Oscar, siendo Leslie Bricusse (letras) y Henry Mancini (música) los ganadores de la estatuilla al mejor score adaptado. Es posiblemente la obra más elaborada de la extensa carrera de Mancini, y a ello contribuyen soberbias canciones como 'You and me', 'Chicago,Illinois', 'The shady dame from Seville' o 'Crazy world', sin dejar de lado la maravillosa partitura incidental, plena de sentimiento y cuya máxima virtud es la de reflejar con pasión inusitada la vida de los locos años 20. Una obra maestra.
   Burt Reynolds, Julie Andrews y Kim Basinger protagonizaron la siguiente comedia de Edwards, Mis problemas con las mujeres (The man who loved women, 1983), en la que un apuesto y seductor escultor acude a una psiquiatra en busca de respuestas a sus obsesiones con las mujeres. Como no podía ser de otra manera, el score se ve influenciado por la música imperante a finales de los años 70 y principios de los 80, época en la que el estilo disco, acentuado con fuertes dosis de pop, reinaba en las listas de éxitos, pero sin dejar de lado las inevitables dosis de fino jazz melódico.
   Tras el paréntesis de Micki y Maude, que contaba con un maravilloso score de Lee Holdridge, El gran enredo (A fine mess, 1986) y ¡Así es la vida! (That's life!, 1986), ambas producidas en 1986, retoman la huella dejada por trabajos anteriores de marcada placidez temática, y supone, en el caso de la segunda, la última nominación al Oscar de Mancini, en esta ocasión por la canción 'Life in a looking glass'.
   Las mieles del éxito volvieron a sonreír a Blake Edwards en 1987 y 1989, con Cita a ciegas (Blind date, 1987) y Una cana al aire (Skin deep, 1989), películas protagonizadas por sendas estrellas de la televisión, Bruce Willis y John Ritter, que intentaban abrirse paso en el difícil mundo de la gran pantalla. Las partituras de Mancini se ven oscurecidas por un aluvión de canciones a medio camino entre el pop y el rock, en un momento de la industria en el que reinaba una obcecación por incluirlas en las bandas sonoras, con o sin coherencia.
   Los últimos trabajos en común fueron Justin case (1988), un episodio de la serie infantil Disneyland, el telefilme Peter Gunn (1989), Una rubia muy dudosa (Switch, 1991), dos episodios de la serie protagonizada por Julie Andrews Julie, en concreto Happy face y A delicate balance (1992), y, finalmente, el colofón que supuso El hijo de la Pantera Rosa (Son of the Pink Panther, 1983), broche muy poco dorado a una carrera empero brillante y ejemplar en la que dos amigos e inolvidables artistas nos han legado algunos de los momentos más emblemáticos y refinados de la historia del séptimo arte.
   
   






   

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